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Lo primero, la montaña

Tozal del Mallo: intentonas y falsedades (1944-1956)

Quizás más que en ninguna otra cumbre, la toponimia del Tozal del Mallo expresa una exacta descripción de lo que nos vamos a encontrar antes de verlo; una traducción rápida y chapucera del aragonés -obviando todos los matices que tienen los términos "tozal" y "mallo"- vendría a denominar a este lugar como el "pico del paredón". Otras acepciones que en su día se le dieron como "el trono del diablo" o "el retablo" hoy en día están menos difundidas entre los montañeros, aunque se sigan utilizando en los folletos turísticos por su mayor expresividad romántica.

De apariencia más o menos ciclópea según la situación del observador -parece más ancho desde la entrada al valle y más estilizado según nos vamos internando aguas arriba del Arazas-, esta gran muralla da la bienvenida a los visitantes, turistas y montañeros que se acercan al valle de Ordesa, sobrecogiendo a todos por muy acostumbrado que se esté a su presencia.

En 1953, el gran pirineista francés Robert Ollivier publica el segundo tomo de su famosa guía de los Pirineos en el que da información detallada sobre la primera ascensión al Tozal del Mallo. En ella, sin demasiados detalles técnicos sobre las dificultades de la vía, explica la escalada realizada por Jorge Antonio Gavín y José Luis Rodríguez a la imponente cara sur del Tozal del Mallo el 21 de agosto de 1944. Esta primera ascensión, que fue relatada por el mismo Gavín a Ollivier, pronto se demostró sin ningún fundamento y totalmente falsa. Al respecto, es muy interesante leer el comentario realizado en 2007 por José Antonio Bescós en el Anuario de Montañeros de Aragón dedicado a los 50 años de la –ésta sí- primera ascensión a la cara sur del Tozal del Mallo.

Dice el veterano escalador aragonés: “Editóse la guía por el Sr. Ollivier al arranque de los años 50 y al recibir los primeros ejemplares de la misma en los círculos de Montañeros de Aragón en Zaragoza, se percibió un cierto tufillo a cuento chino en lo relativo a estas dos escaladas, pues aunque el Sr. Pérez/Abadías (así llama J.A. Bescós a Jorge A. Gavín, ya que al principio del artículo explica que no recordaba su nombre, pero que le sonaban alguno de esos apellidos) era remotamente conocido como montañero, en ningún caso se le podía considerar capaz de realizar unas escaladas como las descritas. Además, su compañero, cuyo nombre no recuerdo, resultó no ser conocido por nadie a quien se le cuestionó sobre el caso. Igualmente todos los montañeros (escasísimos por aquel entonces) que en las fechas indicadas acampaban en Ordesa (¡qué tiempos!) o hacían montaña por el macizo, no habían encontrado a nadie en sus ascensiones, ni nadie oyó el más mínimo comentario sobre unas actividades tan extraordinarias para la época. Finalizadas las indicadas pesquisas, se llegó a la sabia conclusión de que a nuestro buen amigo Robert “se la habían metido doblada”, como diríamos hoy en día, pero en aquellos gloriosos años de pudibundez, mojigatería, corrección y racionamiento, sólo le habían faltado a la verdad indecorosamente”.

No sólo en la guía Ollivier plasma Jorge A. Gavín su "primera". En 1952, según relata Jesús María Rodríguez Pozo en su guía Ordesa, Senderos de Piedra, Gavín "firmaba un artículo en la revista Pyrenaica de la entonces Federación Vasca Navarra de Montaña, en la que narraba su primera ascensión en 1944 de esta gran pared". Según lo observado en el croquis de la guía Ollivier, por lo visto Gavín se fijó más en la fisura Picazo que en la chimenea de la Ravier para trazar con su imaginación la apertura que nunca existió.
Como nota curiosa y burlándose -por la parte que le toca- de estas pretensiones aperturistas sin tocar la pared de Gavín, Christian Ravier abre en 2008 en Ordesa, junto a Martín Elías y Alex Corpas, una vía a la derecha de la Rabadá-Navarro del Gallinero, bautizándola con mucho humor como "Los prismáticos de Gavín" en cuya reseña de la escalada afirma que "las murallas de Ordesa son propicias a los delirios".

No es hasta 1954 cuando se produce el primer intento -esta vez real- de conquistar la atractiva pared sur. José Santacana asciende por los primeros largos de lo que unos pocos años después será la Ravier, pero buscando el itinerario más fácil, evita por la izquierda los desplomes que más arriba se le presentan, logrando llegar en alguna tirada más en horizontal a lo que desde entonces se denomina "Plaza de Cataluña". Desde aquí, y aunque se intenta tirar algún largo más en vertical, la realidad se impone y deciden dar por finalizada la escalada, quedando actualmente de ese intento la llamada "travesía Santacana" como manera más fácil de acceder a la Plaza de Cataluña y a las vías que por ella pasan.

Apenas un año después se abre la Gómez-Khan, primera vía que termina en cumbre en el Tozal. Para ello, los escaladores que dan nombre a la vía escalan el espolón este, empezando para ello prácticamente a mitad de pared, accediendo desde el lateral del circo de Carriata. Aunque Rabadá y Pepe Díaz abrieron la parte inferior, hoy en día esta vía prácticamente sólo se realiza como salida de vías como la Despiau, la Anglada-Civis o la Aliga.
Debido a que las dificultades de este pico se concentran en la cara sur -el imponente "mallo del tozal"- a la Gómez-Khan, sin quitarle ni un punto de su carácter de pionera, no se la considera la primera escalada del Tozal del Mallo, dándole ese honor a la Ravier.

La Norte del Puro: en honor a la verdad (2ª parte)

La Norte del Puro (ver croquis), culminada en 1960 por Alberto Rabadá y Ernesto Navarro tuvo su primera intentona un año antes. Aquella vez acompañaba a Rabadá un joven Gregorio Villarig.
Leer primera parte.

La historia relatada es la misma, pero contada por los dos protagonistas. El texto que narró en 1960 Rabadá está escrito en verde y el de 2003 de Villarig en azul.

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2ª parte:

Alberto Rabadá: "Trepando por los estribos (Villarig) se sitúa de nuevo en el último clavo ¡buen clavo! Otro más arriba le ayuda a terminar el delicado paso, situándose en un "cornisín" desde el que se supera un pequeño nicho a la derecha".

Gregorio Villarig: "Salgo de la reunión nuevamente a libre, paso junto al clavo en la entosta que me había parecido una birria y que lógicamente me ha parado la caída. Sigo y un poco antes de llegar a las presas minúsculas clavo una pitonisa (fabricada donde yo trabajaba) de unos dos centímetros, es buena, pongo un estribo y desde él llego tranquilamente a la presa con forma de naranja y paso la panza"


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A.R.: "(Villarig supera) varias "pancillas" de menor proporción y me da las voces para que me prepare. Tras mis chemequeos en la que bautizo como "Panza del Lamento" y mis apuros para localizar por dónde ha pasado las "pancillas" de marras, llego a una buena cornisa, unos metros por debajo de mi compañero, al que diviso cómodamente arrellanado en otra mejor todavía"

G.V.: "A partir de aquí no sé qué me ocurre, el caso es que entro en un terreno que se me hace fácil, voy trepando pasando las panzas siempre por la izquierda al punto que se me olvida que los clavos existen. Veo una fisura para clavar en el centro del espolón y de repente me doy cuenta de que llevo muchos metros, unos veinte, sin clavar desde la pitonisa, que para el estribo vale, pero a efectos de caída no sirve y luego el clavo de la entosta que ya aguantó el tirón."

Aquí Villarig sigue relatando que, a pesar de que esta tirada hoy se hace en dos largos, él sólo puso tres seguros: el mal clavo que retuvo la caída, la pitonisa del estribo y una melilla que clava en el centro del espolón
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G.V.: "Los chemequeos y dificultades para localizar por dónde ha pasado las "pancillas" su compañero que relata Rabadá se deben a que el clavo está en el centro, la cuerda va lógicamente por el centro y él trata de pasar pasar por el centro hasta que cuando se aproxima a mí y ya nos oímos le digo que lo he hecho casi todo por la izquierda".
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A.R.: "Como la protagonista del cuento, no he contado con los imponderables; esta vez son mi joven compañero, quien se encarga de dar al traste con los proyectos con los que se inició la excursión por esta pared, pues a pesar de habernos subido hasta aquí material de vivac y "bombilleo" en una no muy pesada pero sí molesta mochila, de repente, se ha acordado de que se ha dejado el grifo del baño abierto. Tras asegurarme de que esto es cierto y que no influye para nada haber sufrido alguna lesión en su involuntario "retroceso", me quedo más tranquilo e iniciamos el descenso".

De forma rutinaria Villarig pregunta: -¿Qué hora es?-.-Las tres- contesta Rabadá que ya estaba estudiando cómo resolver el siguiente largo, que probablemente les iba a dejar muy cerca de la cima. Villarig no pensaba que hubiese pasado el tiempo tan rápido y le dice: -eh... pues tenemos que bajarnos-.
Rabadá no entiende nada, "estamos bien" dice "hasta la noche quedan muchas horas y seguro que hasta llegamos al suelo" a lo que Goito contesta "ya sé que llegamos al suelo, pero no al tren".

G.V.: "(Rabadá) se enfada un pelín y aunque no entiende nada, al final comprende que su situación no es la misma que la mía. (...)Yo soy un chaval de diecinueve años recién cumplidos(...) Perder el tren suponía que tus padres no te vieran llegar por la noche, que no había teléfono al que avisar y que pasarían toda la noche en blanco, toda la mañana del lunes y que llegaras entre la una y las dos del mediodía, o sea, que además del susto-disgusto que causabas, podría ocurrir que te despellejaran o, en tono menor, que te prohibiesen salir y, si todavía te quedaba resuello, el martes había que enfrentarse al jefe de personal de la fábrica y explicarle porqué no habías ido a trabajar. Éstos son los hechos y motivos que Edil resume con la frase "mi joven compañero se ha acordado de que se ha dejado el grifo abierto". Lo del material de vivac y el "bombilleo" (se refiere a la comida) debe de referirse a otra escalada o la que hizo con Navarro ¿para qué lo quería subir si jamás pensé en hacer vivac?".

Desde el lugar donde se encuentran contornean la cara interior del Puro y aparecen unos metros por encima de la piedra empotrada del collado del Puro. Destrepan hasta el rápel y desde ahí inician el descenso.

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Julio de 1960

A.R.: "El primer domingo de julio estoy otra vez en Riglos, aunque esta vez mi compañero es Navarro ya que con Villarig no he podido coincidir ningún domingo anterior y ahora anda haciendo méritos para que le den los días necesarios de vacaciones para poder ir a los Alpes"

G.V.:"Ha pasado casi un año y de repente a Rabadá le entran unas ganas inusitadas de ir a terminar la Norte del Puro. Estamos en julio y me propone ir, pero a mí me falta una semana para ir a los Alpes con Manuel Ansón. Tengo movida en la fábrica para que me den una semana de más, cosa difícil en la época (...). Le digo que imposible, el primer domingo que haya después de Alpes. Me dice que no, que pueden venir los catalanes (grupo de Anglada) y "pisárnosla", alegato que hubiera sido bueno de no haber sido porque los catalanes estaban también yendo a los Alpes (...). Intento convencerlo de que lo retrase, dice que se va a buscar otro compañero, se lo propone a Navarro que acepta encantado. Van y la terminan"
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