A series of discoveries related to the illumination of the sun through rock holes during the winter solstice, allows us to suppose that in ancient times a sanctuary of solar worship existed around the mouth of the Choca gorge in the Vero River. Multiple evidences, such as Neolithic sites, cave paintings, rock cups and gutters or burials in very difficult access places, highlight the special uniqueness of this place.
Parallelisms with other sanctuaries illuminated through gnomonic holes in important dates such as solstices and equinoxes, confirm a cult extended from prehistoric times in various parts of Europe and that would have in the Vero a sanctuary that has lasted through time until today.
Keywords:
Solstice, San Martín de Lecina, Mezquita cave, Vero River, solar cult, sanctuary.
Vista del sol desde la ermita de San Martín a través de Tozal de Mallata
La cuenca del río Vero ha sido desde siempre un lugar emblemático para aprender de los vestigios que la historia ha ido dejando, encontrándonos con numerosos y bellos ejemplos de dólmenes y arte rupestre prehistórico como elementos más antiguos. Por la importancia de estos testimonios milenarios en 2001 fue creado el parque cultural del río Vero, contando con numerosos ejemplos de arte rupestre de estilos paleolítico, levantino y esquemático, por orden cronológico; en el arte esquemático, observamos una concentración muy clara de todas las pinturas, siendo los acantilados en los que se ubica la ermita de San Martín de Lecina donde mayor es la profusión de pinturas rupestres, destacando entre todos los de Gallinero, Lecina y Barfaluy. Así mismo, en la orilla contraria del río Vero, encontramos los igualmente fantásticos abrigos de Tozal de Mallata con pinturas de la misma cronología, entre el neolítico y la edad del bronce.
Todo ello nos revela a la confluencia de los cañones de la Choca y del Vero como un lugar muy frecuentado desde un pasado muy remoto. Las excavaciones de 2001 en Huerto Raso, a escasa distancia de la ermita de San Martín, dejaron unas dataciones de 6300 años antes del presente para una estructura de habitación.
Símbolo solar en las pinturas rupestres de Tozal de Mallata
Conjunción sol - ventana natural - lugar sagrado
En la vertiginosa pared oeste del Tozal de Mallata existen dos pequeños arcos de roca muy próximos entre sí, con apenas unas pocas decenas de metros de distancia entre ellos y que, en una fecha con una implicación tan simbólica como el solsticio de invierno, generan en conjunción con el sol dos efectos muy visuales con solo unas horas de separación entre uno y otro. En el más que probable caso de que esto fuera conocido en épocas pasadas, podría ponerse en relación con la increíble cantidad de testimonios artísticos en los covachos del entorno y tendrían cierta importancia al reinterpretar este territorio como una especie de santuario solsticial de la antigüedad, un observatorio de culto al sol a través de ventanas naturales. El primer agujero se sitúa en el espolón suroeste del Tozal de Mallata, apenas unos metros por debajo del abrigo con pinturas rupestres de Tozal de Mallata B (el situado más al oeste) y el segundo solo es bien visible desde dentro de la cueva de la Mezquita.
Cara oeste del Tozal de Mallata. Ubicación de la cueva de la Mezquita (Palomera o de Lucien Briet) y de la ventana del espolón
La ermita de San Martín de Lecina o San Martín de la Choca se sitúa bajo un altivo espolón rocoso que hace de interfluvio entre el río Vero y el cañon de la Choca, su principal tributario por dimensiones aguas arriba de Alquézar. En buen estado de conservación, esta ermita es la reconstrucción realizada a principios del siglo XVII de otro lugar de culto anterior que cayó en desuso por su estado ruinoso.
Aspecto probable de la anterior ermita de San Martín de Lecina. Fuente: DARA
Aspecto probable de la anterior ermita de San Martín de Lecina. Fuente: DARA
De factura sencilla, conserva la orientación canónica con cabecera al este tal vez más por simple adaptación a la pared rocosa que por convención religiosa. Además de una sencilla ventana en la parte trasera, su única iluminación proviene de un pequeño vano aspillerado en la fachada sur que fue tapado con una placa de alabastro. En el interior destaca su suelo empedrado con una bella figura geométrica de círculos con radios, otra más pequeña desplazada del eje de simetría de la ermita y únicamente una mínima capilla adosada a la pared de la montaña rompe la planta perfectamente rectangular de la ermita. Sobre el vano y la capilla volveré más adelante.
San Martín de la Choca o San Martín de Lecina desde Tozal de Mallata
Ubicación de la ermita de San Martín (en el círculo) entre la Choca y el Vero
El día del solsticio de invierno se produce un curioso efecto digno de ser visto. En torno a las 11:23 de la mañana (GMT +1) del día del solsticio el primer rayo de luz del sol que incide sobre la ermita lo hace a una altura de 20'8º sobre el horizonte y un azimut de 157º atravesando la ventana natural situada en el espolón suroeste del Tozal de Mallata -denominada "el Ojo de Mallata"-, a 390 metros de distancia de la ermita, iluminando como un faro brevemente el edificio y vuelve a desaparecer hasta que el sol surge definitivamente por detrás de la montaña. Este llamativo espectáculo no debió de pasar desapercibido a los primeros visitantes de esta zona y, dada la profusión de pinturas con simbolismo mágico en esta montaña, todos los indicios llevan a pensar que existió un espacio de culto en este mismo lugar del que ya solo queda el testimonio cristianizado de la ermita de San Martín. Este fenómeno es observable desde la fachada de la ermita entre el 6 de diciembre y el 5 de enero, fechas en las que el sol alcanza el máximo de 21'7º de altura y también varias semanas antes y después de esas fechas si nos desplazamos a las fajas de terreno que se encuentran por debajo de la ermita de San Martín de la Choca. Desde el mirador de Tozal de Mallata, se observa como el foco de luz que pasa a través del agujero en la roca barre desde el entorno de los abrigos de Barfaluy hasta llegar a la ermita.
Asoleo de la ermita de San Martín de la Choca a través de la ventana natural de Tozal de Mallata
La cueva de la Mezquita (así llamada en Alquézar) o de la Palomera (en Lecina), redenominada cueva de Lucien Briet por Pierre Minvielle ya en el siglo XX, es una gran abertura vertical al poniente del Tozal de Mallata, justo enfrente de la ermita de San Martín. Con breve desarrollo hacia su fondo, ningún pozo, recorrido sin alicientes deportivos, escasas formaciones estalagtíticas... sin interés espeleológico en definitiva y a lo que añadir un arduo acceso por una glera plagada de vegetación lacerante, todo ello ha hecho que las entradas a esta cueva hoy en día sean anecdóticas.
Boca de entrada a la cueva de la Mezquita (o la Palomera o de Lucien Briet)
Sin embargo, algo en su interior nos dice que la escasez actual de visitas no siempre debió de ser así.
Ya Antonio Beltrán da cuenta de la antigüedad de la presencia humana en esta cueva:
«Se
halló un fragmento de cerámica roja al exterior
y negra por el interior, gruesa y de grano
gordo; un fragmento de borde con cordón e
impresiones digitales que podría llevarse hasta el
Neolítico» A. BELTRÁN: «Caesaraugusta». 1972, p. 73.
Una serie de unos 30 escalones tallados muestra un trabajo que se realizó en tiempos pasados para mejorar la accesibilidad hasta la única plataforma horizontal que, situada casi al fondo de la cueva, se encuentra así mismo bajo la única estalagtita de importancia de toda la caverna. Esta luminosa gruta, aunque con cierta inclinación, no parece ser el ejemplo de recorrido impracticable y menos para gente que debía de estar acostumbrada a moverse por lugares mucho más complicados propios de esta orografía ¿Qué llevó a realizar esta obra de accesibilidad a nuestros antepasados?
Tramo final de escalones en la cueva de la Mezquita o la Palomera
La respuesta puede estar en el sol. Asociado aquí también al solsticio de invierno al igual que el asoleo de San Martín de la Choca, desde el fondo de la cueva se puede contemplar otro espectáculo visual. Desde el vistoso tragaluz situado encima de la gran boca de entrada y por el que se observa la cuenca del barranco de Chimiachas, el sol poniente va lanzando poco a poco su luz hasta iluminar completamente el último rincón de la cueva.
Predicción del asoleamiento en el solsticio de invierno a través de realidad aumentada
Asoleo en la cueva de la Mezquita o la Palomera
San Martín de la Choca como cristianización de un culto asociado al sol
¿Pudiera ser que la ermita románica de San Martín fuera el primer lugar de culto que se construyera ahí? Es difícil de sostenerlo. Está documentada la presencia humana en la cuenca alta del Vero desde tiempos inmemoriales; las representaciones artísticas más antiguas de la zona se remontan al paleolítico y se hallan en la Fuente del Trucho, con una datación que sobrepasa los 30000 años de antigüedad según las últimas investigaciones.
A la derecha (este) de la ermita, proyección del sol a través del "Ojo de Mallata" inmediatamente después de iluminarla
Durante milenios, grupos de personas atravesaron estos lugares y en el neolítico grupos de personas pintaron los abrigos de Chimiachas y Arpán entre los más destacados. En fechas más recientes, vuelvo a insistir en el dato, los abrigos con pinturas esquemáticas de Gallinero, Barfaluy y Lecina entre los más importantes, nos hablan de la importancia de la peña en la que se ubica la actual ermita como lugar con especial significado religioso, incluso en la peña situada al sur de la ermita de San Martín sobre la faja Coscojuela (de nombre tal vez Peña Viña Mala) da testimonio de curiosos enterramientos en emplazamientos inverosímiles ya en el siglo IV de nuestra era. Parece complicado pues que tantos grupos a lo largo de tantos siglos pasaran por alto un hecho tan llamativo y que destinaran esfuerzos y riesgos a realizar representaciones e incluso enterramientos en intrincados lugares de esa misma montaña, obviando como espacio sagrado el lugar más apacible en el que se produce el asoleamiento en una fecha tan destacada como el solsticio de invierno.
En recuadro amarillo, ermita de San Martín. En recuadro rojo, pinturas rupestres de Gallinero
La significativa advocación a San Martín
Si estos indicios no fueran suficientes, la propia advocación de la ermita a San Martín nos da una pista bastante definitiva. San Martín de Tours (316-397) ostentó en su persona un largo historial de destrucción y posterior cristianización de lugares de culto paganos, sean edificios o elementos naturales. La Interpretatio Christiana tiene en este santo uno de sus máximos exponentes y de hecho es bastante común encontrar ermitas de San Martín en fondos de barrancos o cuevas, sitios con poca justificación evangélica si no es la de adaptar un culto anterior. Sin ir más lejos, en la propia sierra de Guara encontramos ermitas bajo la advocación de San Martín en lugares de complicado acceso en la cuenca del Flumen (San Martín de la val d'Onsera), del Alcanadre (San Martín de Alcanadre) y la que estamos tratando del Vero.
Así pues, la ermita que nos ocupa con la advocación a San Martín de Tours no parece algo que se realizara de nueva planta con el asoleamiento a través de la ventana natural como justificación, sino más bien a un aprovechamiento de un culto anterior. Copio un texto que reafirma el carácter cristianizador de San Martín:
En diversas ocasiones, Sulpicio Severo se refiere a las numerosas intervenciones de desmitificación de Martín. La gente continuaba siendo pagana y los templos construidos por los galo-romanos permanecían allí. Por eso Martín, siempre que se le presentaba la ocasión, destruía dichos templos y cuantas estatuas los decoraban. Algunas de las veces lo hacía con grandes dificultades. (...)
Martín volvió, pues, al pueblo y empezó a derribar las estatuas y los altares de lo que Sulpicio Severo llama "un edificio impío". La muchedumbre contemplaba sin moverse. Nadie se enfrentó con él. Le dejaban que realizara su tarea de destrucción. (...)
La historia se repetirá en diversas circunstancias. En efecto, es propio de Martín no esperar en su diócesis a que los campesinos de los alrededores vengan a buscarlo. Él sale a su encuentro. Y, precisa su biógrafo, "allí donde destruía santuarios paganos inmediatamente construía iglesias o ermitas". (...)
Para Martín, como para los cristianos en general, era importante borrar los recuerdos de los ídolos que reprobaba. (...)
No quiero dejar pasar la oportunidad de poner en relación de nuevo el topónimo Martín con un asoleamiento hacia una iglesia. Tenemos el ejemplo del Martinsloch en Suiza en el que el sol atraviesa un agujero en la montaña e ilumina la iglesia de Elm. En este caso el fenómeno no está asociado al solsticio de invierno, pero la coincidencia no deja de ser llamativa.
Antigua postal del Martinsloch (agujero de Martín) en la localidad suiza de Elm
No es el de San Martín de Lecina el único caso documentado de santuario solar asociado a santuarios prehistóricos. El frontón de la tía Chula, en la localidad turolense de Oliete también señala el solsticio de verano y los equinoccios y un poco más adelante pondré el ejemplo de los abrigos de Quizáns. Probablemente, en la cercana cueva de la Fuente del Trucho, pase algo parecido en los equinoccios pero en este caso se puede llevar hasta el paleolítico.
Mismo efecto solar en Oliete (Foto: apadrinaunolivo.org)
También en la isla de Sicilia se encontraron la misma secuencia de agujero-solsticio en varios ejemplos: Monte Arcivocalotto, Cozzo Perciata y Pietra Calendario. También en Italia, en la región de Basilicata, encontramos el mismo fenómeno asociado al solsticio de invierno en la Petre de la Mola o en Campania, en el Cilento, la Preta ru Mulacchio. En todos estos casos, la datación se lleva al neolítico o edad del bronce.
The holed stone de Simonside en Northumberland (Inglaterra) o Hole-in-the-rock en Papago Park de Arizona (Estados Unidos) son otros ejemplos asociados a los solsticios pero de los que hay menos estudios realizados.
Roca del calendario en Gela (Sicilia - Italia). (Foto: Giuseppe La Spina)
El 11 de noviembre, día de San Martín de Tours, la proyección a través de ese arco de roca queda todavía lejos de la ermita y solo podría pensarse en San Martín abad, el 7 de diciembre, en la que el sol sí incide levemente a través de la ventana natural en el ermita como una posible advocación relacionada con el día dedicado al santo; la falta absoluta de veneración a San Martín abad en esta zona permite sin embargo desechar esta idea. La fecha más cercana al solsticio de invierno que podría tener relación con San Martín de Tours es la del traslado de sus reliquias un 13 de diciembre del año 885.
Asoleamiento 7 de diciembre (reflejo solsticial 4 de enero)
Volviendo a las características arquitectónicas de la ermita quería detenerme en la posición de la ventana y la capilla. El alabastro sellado modernamente con silicona en la aspillera que hace de ventana impide observar el exterior, pero los grados de elevación y de orientación desde la capilla interior señalan hacia la cima de la Corona del Tozal coincidiendo por donde pasa el sol en el solsticio, lo que significa que durante la construcción de la ermita actual se conocía y se respetó este efecto natural aunque el hecho de que el alabastro tapara la entrada directa de luz desvirtuaba esta estratégica ubicación al desproveerla de significado. Sin el impedimento del alabastro asistimos a un doble paso del sol a través de dos barreras; primero por la natural de la montaña e inmediatamente después por la artificial de la pared sur de la ermita.
Dada la pequeña abertura que se dejó para la entrada de sol y que no permitiría ver en su plenitud la ventana natural de Tozal de Mallata ni siquiera en ausencia del alabastro, puede parecer que el asoleamiento no fue algo que se esforzaran demasiado en potenciar en la construcción del siglo XVII, tal vez tampoco en la edificación que existiera antes. Es de destacar, sin embargo, los elementos de la capilla lateral: por un lado, se ha dejado la roca natural únicamente en ese punto. Por otro, se han colocado un pequeño altar y lo que parece ser un asiento, este último perfectamente alineado con la jamba oeste que guarda la orientación sur que mira a la cima de la Corona del Tozal. Por último, aunque casi imperceptible, en el suelo de la capilla junto a la pared aparece grabada una rudimentaria y pequeña cruz que tal vez esté queriendo marcar el sitio sagrado exacto.
Proyección solar en la base de la capilla durante el solsticio
Asoleo sobre la pequeña roseta descentrada respecto al eje de simetría de la ermita
Pequeña cruz en el suelo de la capilla
Capilla en la ermita de San Martín. Roca natural, asiento y pequeño altar
La cueva de la Mezquita y su relación con el solsticio
Reconozco que en la cueva de la Mezquita me cuesta más esfuerzo tratar de relacionar el solsticio con una creencia precristiana en lo sobrenatural dada la escasez de elementos artificiales claros como construcciones o pinturas que denoten una evidente intencionalidad mística. Solamente los escalones tallados, los cimientos para vigas y postes y las marmitas enlazadas permitan establecer una indudable explicación religiosa.
Descartando el empleo de la cueva de la Mezquita o la Palomera como lugar de habitación o como establo dada la inclinada orografía del sitio y buscando la causa por la que se tallaron los rudimentarios escalones en su interior, no quedan demasiadas opciones para sostener la hipótesis utilitaria más que la de facilitar la labor a los cazadores de palomas aunque, vistas otras palomeras del entorno, sería extraño que justo en esta se haya tenido que adaptar el terreno de este modo cuando en otras con accesos más complicados se solventó el problema con elementos muebles. Sin movernos demasiado para buscar una comparativa, en el camino de las Escaleretas, aunque exageradamente acondicionado desde hace unos pocos años, los tallados de la roca se realizaron exclusivamente en los sitios verdaderamente complicados. Es más, ¿estarían relacionados los tallados de las Escaleretas y de la Mezquita? ¿Serían dos actuaciones similares y sincrónicas?
Peldaños parte inferior de la cueva
Progresando por los escalones tallados en el camino de las Escaleretas
Las hipótesis rituales tienen más sentido a mi modo de ver. No solo el topónimo Mezquita nos deja ver un trasfondo precristiano, sino que la tradición oral sitúa en esta cueva la realización de aquelarres y ritos de brujería. Tallar peldaños en roca en un lugar que es cul-de-sac solo se explica si es para favorecer el acceso a personas con movilidad limitada como ancianos, gente transportando peso (objetos, agua, vituallas o cargando a otras personas) o mujeres en avanzado estado de gestación.
Aunque desprovista de ningún elemento externo, en la cueva también quedan restos de lo que parecen ser ubicaciones de vigas o postes que mantendrían una estructura de madera que vendría a dar más comodidad al uso de la cueva o paso a lugares inaccesibles en la actualidad si no es mediante técnicas de escalada. Albert Painaud habla de la utilización de la cueva como santuario, situando su cronología en el siglo IX y X, un siglo antes de las primeras referencias al monasterio de San Cucufate de Lecina (1074), aunque quedarían por explicar por qué no se ha mantenido ninguna evidencia de culto (ni grabados, ni referencias, ni la herencia toponímica tan común en los lugares de culto) ni cuál era la funcionalidad que tenían las cazoletas con canalillos en dichos cultos medievales. Tampoco queda claro qué tipo de santuario era, ya que el "altar" al que conducen los escalones tallados desde luego no parece un sitio indicado para albergar más que a un pequeñísimo número de fieles.
Insistiendo de nuevo en el picado de la roca para realizar escalones y asumiendo que estando la roca seca no es algo absolutamente necesario para personas habituadas al inclinado suelo montañoso ¿por qué este lugar atrajo a personas con dificultades para llegar ahí? ¿Qué tiene esta cueva de mágico o espiritual para que se deba adaptar el terreno y facilitar así el acceso? La respuesta la podríamos tener en algún culto en el que el asoleo durante el solsticio a través de una ventana natural cobraba un papel protagonista.
En el cercano abrigo de Quizáns, Eugenio Monesma registró un caso similar esta vez relacionado con los equinoccios, aunque en ese caso la luz no atraviesa ninguna ventana o tragaluz sino que entra directamente e ilumina el fondo de la cueva que, tal vez, fue adaptado artificialmente para poder asistir sentado al espectáculo. Parece razonable pensar pues que en culturas anteriores era común dar culto al sol en abrigos y oquedades.
Si en San Martín de la Choca el primer rayo de luz que recibe el día del solsticio de invierno es a través de una ventana natural, en la cueva de la Mezquita sucede el mismo efecto con el último rayo de la tarde. La estancia se ilumina totalmente a través de un gran tragaluz natural que se encuentra justo encima de la boca de entrada a la cueva. El efecto luminoso es, como sucede en San Martín, bello e impactante y no es de extrañar que llamase la atención en otras épocas hasta el punto de poder ser considerado un lugar con propiedades sobrenaturales.
Asoleo próximo al solsticio desde el fondo de la cueva
La asociación del solsticio de invierno al ciclo vida-muerte-resurrección tan documentado en numerosas culturas a lo largo de la historia podría ser la explicación al tallado de escalones para acceder al fondo de la cueva ¿Era una especie de sala de curas donde recibir la energía sanadora del sol? ¿Tal vez un paritorio al que se desplazaban las mujeres para traer a la vida a sus niños? Las condiciones climáticas de la cueva, con mayor confort térmico tanto para los rigores del invierno como del verano, además de las implicaciones mágicas del solsticio desde luego son un punto a favor de considerar este espacio como un lugar cómodo para convalecer tras una herida, una enfermedad o un parto.
Plataforma central y fondo de la cueva de la Mezquita
Así mismo, observamos grandes cazoletas con canalillos talladas en el suelo, con ejemplos en otros santuarios como Peñalba de Villastar, la peña de l'Omprio del Pueyo de Santa Cruz o la cueva de las Cazoletas en Monreal de Ariza. El desagüe tallado entre la segunda y tercera marmita claramente denota una intencionalidad al evitar que el líquido que contuviera se derrame hacia fuera. Sobre la funcionalidad de las cazoletas se ha especulado mucho sobre ello: desde símbolos sexuales femeninos o elementos de cultos litolátricos asociados a la fertilidad a planos de constelaciones o recipientes de ofrendas.
Marmitas arrosariadas en la cueva junto a la plataforma central
Canal de desagüe tallado entre la segunda y la tercera marmita
Conclusiones
Son evidentes varios hechos entre la ermita de San Martín y la cueva de la Mezquita o Palomera:
Relación entre el sol atravesando un arco de roca natural durante el solsticio de invierno e iluminando un punto muy concreto. Este hecho es indiscutible en la ermita, algo más dudoso en la cueva.
El entorno de Tozal de Mallata y Gallinero ha debido de ser considerado sagrado durante siglos, desde las primeras pinturas rupestres hasta las romerías de hoy en día.
La advocación a San Martín denota una clara intencionalidad cristianizante de un culto pagano anterior que, dadas las características vistas, debería estar relacionado con el sol.
Por todo ello, me aventuro a sostener la hipótesis de la existencia de un culto solar con la señalada fecha del solsticio de invierno en el entorno de la ermita de San Martín que desde el pasado se ha mantenido hasta hoy. Quizás investigaciones más profundas e incluso alguna excavación arqueológica, puedan arrojar luz sobre la importancia o no de este lugar como espacio sacralizado desde la más remota antigüedad.
Tozal de Mallata desde los covachos con pinturas de Barfaluy
Cómo llegar a San Martín de Lecina y a la cueva de la Mezquita
Desde ahí, tomar un ancho sendero que subiendo una larga cuesta se dirige al sur hacia las pinturas rupestres de Tozal de Mallata hasta el punto de encuentro. Hasta aquí también se puede llegar en coche por pista en regular estado desde el punto kilométrico 16 de la A-2205 junto al collado de San Caprasio.
Desde aquí, tras la visita recomendada de las pinturas, seguir las indicaciones a la ermita de San Martín, bajando por un bonito sendero junto al barranco de Mallata. Cruzado el barranco, tenemos muy cerca el desvío a la cueva de la Mezquita o la Palomera cuya enorme boca es muy visible desde aquí, tomando un sendero que sube por glera y entre vegetación.
Para visitar la ermita continuaremos bajando por el sendero hasta el río Vero (vadeo obligatorio, consultar caudal previamente) y nada más cruzarlo, tomar un desvío a la izquierda que nos sube en escasos minutos a la ermita de San Martín.
En tiempos, existía la posibilidad de llegar a la ermita de San Martín desde Lecina sin tener que vadear el Vero por el espectacular camino de las Escaleretas. Dicho camino, aunque ha sido adaptado en su parte inferior con una masiva instalación de escaleras, plataformas y pasamanos, no ha sido limpiado en el ramal que desde los abrigos de Gallinero bajaba (gracias a unas escaleretas que daban nombre al camino) hasta la ermita, por lo que no es posible acceder a la ermita sin vadear el Vero.
Durante la segunda mitad de la década de los años 70 del pasado siglo XX se culminan varias de las viejas aspiraciones de los escaladores rigleros que, por su gran dificultad, habían quedado postergadas en el tiempo. La cara exterior del Puro, el filo del mallo Cuchillo, una primera vía en lo que luego se llamó “mallo Castilla”, una vía directa por el centro del desplome de la Visera y un itinerario que recorriera el espolón norte del Pisón eran objetivos no cumplidos todavía y que martilleaban las ansias de nuevas vías de una potente generación de escaladores que habían crecido repitiendo itinerarios de gran dificultad y que ahora empezaban a reclamar un sitio entre los aperturistas.
El citado espolón norte del Pisón es la mayor desnivel de Riglos, desde la base hasta la cima es en esta línea donde se concentra la mayor altura de roca (que no verticalidad) de todos los mallos. Casi 300 metros de línea por desplomes en su primera mitad y progresivamente más tumbado cuanto más nos acercamos a la cima, este espolón es recorrido por primera vez por la cordada formada por J.M. Anglada y F. Guillamón que, en una estrategia sorprendente, acceden a la parte más tumbada del mismo a mitad de mallo mediante una enorme travesía de dos largos desde el collado del Puro. Era el año 1958 y 15 años después todavía nadie había logrado acceder al espolón sin utilizar las viras del collado del Puro, salvo un tímido intento de Ramón Cóndor que abre en artificial un largo en la base del Pisón por una fisura desplomada.
F. Guillamón en 1958 durante la apertura de la Anglada-Guillamón
Es por esta fisura por donde en septiembre de 1973, Fernando Orús, Valentín Asensio y Ambrosio García Izquierdo comienzan la vía, llegando en cinco largos a una repisa a unos 140 metros del suelo donde dan por finalizada la escalada hasta el próximo fin de semana, escapando por dicha repisa hasta situarse encima de la chimenea del Puro, por donde rapelan.
Sin embargo, en esa siguiente ocasión un grave accidente da por truncada la apertura. El relato de aquel suceso en palabras de Fernando Orús es el siguiente:
“Desde el suelo tomo la punta de cuerda y me encaramo hasta el primer paso difícil de la vía. Es un pequeño techo que sobremonta una cueva a 5 metros del suelo. Me cuelgo del primer clavo que inicia un tramo en artificial en extraplomo. Cuando voy a alcanzar el segundo éste se sale y me precipito hasta el suelo. Caigo de cabeza y el casco me salva la vida. Me despierto en la clínica de Huesca. Mi padre espera al pie de la cama angustiado. El padre de Jesús Ascaso, que veranea en el pueblo, me ha traído en su coche inconsciente y ha ido a Zaragoza a avisar en mi casa. Gracias, padre de Ascaso. La clavícula y los dedos rotos en la caída me dan de baja del proyecto para lo que queda de temporada.”
Tras la larga recuperación, el 19 de mayo de 1975 la cordada vuelve a intentar acabar la vía, esta vez junto con la compañía de Alfonso del Corral. Ese día llegan al vivac donde dieron por concluida la escalada dos años atrás y al día siguiente llegan a la cornisa de la Anglada-Guillamón, culminando de este modo la que se llamó, incluso antes de empezar a escalarse, la Directa a la Anglada. De ahí a la cima siguieron escalando un par de horas por terreno ya conocido para escalar por vez primera de mánera integra el espolón norte del Pisón.
De trazado lógico, dificultad media, roca excelente y con un bello recorrido completamente a la sombra, esta vía tenía todos los números para convertirse en una de las clásicas más repetidas de los mallos, sobre todo para los días de canícula en los que es complicado escalar a gusto en Riglos. Sin embargo, el equipamiento vetusto y el hecho de haber perdido cierta independencia y carácter clásico al quedar constreñida entre modernas rutas equipadas y compartiendo reuniones cuando no largos enteros con otros itinerarios posteriores, eran inconvenientes que hacían de su escalada un ejercicio de romanticismo y aventura.
A. del Corral en 1975 durante la apertura de la Directa a la Anglada
La restauración realizada por Toño Carasol y Manuel Lara en septiembre de 2013 permite una escalada bien asegurada sin restar el compromiso inherente a estas grandes clásicas. Con un grado obligado de 6a concentrado únicamente en el paso de las panzas de los largos superiores, la vía ahora que ha sido restaurada es candidata a convertirse en una de las grandes y concurridas clásicas de Riglos, sobre todo para realizar el Espolón norte integral para acceder a la cima del Pisón.
De la idoneidad de este sector del Pisón al que algunos llaman “la pequeña Visera” da fiel idea la abundancia de vías que surgieron en torno o pasando por encima de la Directa a la Anglada debido también al carácter sinuoso de ésta: La siesta del carnero (retroequipada, 1990) que ocupa prácticamente todo el primer largo, Principau de Asturies (2006) con la que comparte la primera reunión, Misterios sin resolver (retroequipada, 1993) que la roza en el segundo largo y comparte segunda reunión, Tiempos Nuevos, Tiempos Salvajes (retroequipada, 1989), con la que comparte la segunda reunión, Mi padre tiene sed [traducción libérrima y gamberra de la Papi on sight del Verdon] (1985) con la que comparte la segunda y sexta reunión y buena parte del tercer largo y Hechizos del viento (1983) junto a la que pasa en el sexto largo son vías que conviven (o entran en conflicto, según se vea) con el recorrido de la Directa a la Anglada.
Croquis de la vía fendaseferralla.blogspot.com.es
El último largo de la vía antes de las viras de la Anglada-Guillamón fue abierto originalmente escalando primero con tendencia a derechas y después a izquierdas, pero ese itinerario hoy en día no se realiza, recorriéndose de manera más directa y segura el último largo de Mi padre tiene sed.
L1: Comenzar la escalada subiendo a un nicho alargado debajo de una larga fisura que se escala directamente (7a [V+/A0] estribos útiles) para salirnos hacia la derecha a montar la reunión en un nicho. 30 metros.
L2: Precioso largo de fisura con equipamiento vetusto y muchas posibilidades de autoprotección. Tras la primera fisura, cambiar a la fisura de la derecha para llegar directamente a la reunión. V+. 25 metros.
L3: Continuar la fisura unos 15 metros más y dando a la vista la gran buitrera alcanzarla en diagonal por una placa de roca compacta. V+. 30 metros.
L4: Salir de la buitrera por su izquierda con un paso duro (6a+) y girar a la derecha para ir hacia el diedro que forma la entosta sobre la que se encuentra la reunión. 30 metros.
L5: Comenzar hacia la derecha, primero en diagonal y luego claramente en travesía para después superar una panza difícil (6b) pero muy bien asegurada. De ahí, unos pocos metros a la derecha por una pequeña repisa se llega a la reunión. 20 metros.
L6: Salida recto a por otra panza difícil (6b+) que nos sitúa en una repisa que se recorre hacia la izquierda. Por terreno ya más fácil, realizar una gran diagonal a la izquierda hasta encontrar la reunión. 25 metros.
L7: Último largo de Mi padre tiene sed que no corresponde con el itinerario original, pero que es la manera más directa de acceder a la reunión común en la travesía de la Anglada-Guillamón. 25 metros.
Recomendable continuar por la Anglada-Guillamón hasta la cima (5 largos), pero es posible acometer el descenso por la vira de la Anglada-Guillamón, bien hasta la primera instalación por los rápeles de la Tangerine Dream (recomendable con cuerdas de 60 metros) o bajando a la vira inferior de la Anglada-Guillamón para rapelar hasta la chimenea del Puro y desde ahí continuar por los rápeles clásicos del Puro.
La Mosquitos (denominada en sus inicios simplemente como la Vía del
Moskito) es una de las vías más repetidas en Riglos. Clásico bautismo
para quien quiera escalar por primera vez la Visera es una ruta lógica,
evidente, asequible y muy estética. Su travesía de entrada al Trono ha
sido imagen de portada, contraportada o interiores de unas cuantas guías
y, a pesar de que hoy en día la vía desmerece un tanto por lo pulido de
sus agarres, la generosidad de sus presas sigue dando oportunidades a
todos aquellos que quieren disfrutar de su hermoso recorrido.
Siendo
la primera vía en el desplome de la Visera, llama la atención lo tardío
de su apertura: el 27 de junio de 1976, convirtiendo a la Visera con
mucha diferencia como uno de los últimos mallos en ser escalados (sólo
un poco antes que la pared de los castellanos o Mallo Castilla). Javier
Olivar “el Flaco” y Antonio Sánchez “el Moskito” logran terminar una
apertura largamente ansiada: el último problema de Riglos, la escalada
del extraplomo de la Visera. Bien es cierto que tres años antes ya se
logró escalar la vía Torrijos, pero lo hacía evitando el acusado
desplome de este mallo, su principal defensa.
Reseña original de Porta con sus intentos
Antes de que el
Flaco y el Moskito escalaran esa vía fue Julio Porta quien realizó las
intentonas más serias para tratar de conseguir la apertura, pero hay que
remontarse muy atrás para conocer en profundidad la historia completa.
Julio Porta conoció Riglos y en particular la Visera gracias a un
calendario de Seguros La Vasco Navarra, probablemente el de 1958. El
topónimo de “la Visera” no tiene claro dónde lo oyó por primera vez;
quizás fuera Santiago León el primero en denominar así a ese mallo,
aunque por lo llamativo de esa pared cabe pensar que el nombre ya
estuviera asentado antes de la aparición de los escaladores.
El
primer intento a esta vía se realiza en 1967 por Julio Porta asegurando
el primer diedro únicamente con tacos de madera. Posteriormente fue él
mismo el protagonista de los sucesivos intentos, realizando las
escaladas según iba encontrando compañeros de aventura, labor que no fue
fácil ya que tuvo que ir engañando a bastantes amigos. En palabras del
propio Porta: “la via no recuerdo
con quien la empecé, porque por allí pasó todo el que se dejó engañar,
pero lo cierto es que después de pasarse todo el día sentado en una
cornisa mientras yo me dedicaba a dar martillazos, el personal me
mandaba a hacer puñetas y no volvía”. S. León, J. Abenia, P.
Expósito y R. Fuertes fueron algunos de los que le acompañaron. Quizás
también R. Cóndor y J. Faguas, pero los protagonistas no recuerdan con
seguridad este hecho.
Antiguos anclajes en la vía con el nombre de Julio Porta
Puede sorprender que se tardaran tantos
años desde el primer intento hasta la culminación completa, pero a la
falta de colaboradores en la apertura hay que sumar otro hecho que hoy
resulta chocante como es la mala calidad de la roca. Quien haya escalado
la vía, comprobará que lo lavado de sus agarres no deja entrever lo
rota que en su día fue esa roca. Testigo de esa calidad de la vía es la
descripción de la antigua guía Montaner-Orús donde podemos encontrar
expresiones como “Comenzar la escalada (…) por una grieta tumbada y ruinosa”, “introducirse en la fisura y recorrerla hasta la base de un gran diedro (20 metros, IV+, V- y IV, roca mala” o “de la terraza sigue una corta chimenea de mala roca”.
A
día de hoy, todavía quedan restos de esas primeras intentonas de Porta.
Algún viejo buril de los que les sobraron 10 años antes a Ursi Abajo y a
Jesús Ibarzo en la apertura de la Carnavalada se observa todavía a
pesar de que los modernos anclajes, fruto del reequipamiento en 1988
realizado por J. Puyuelo, G. Campo y J. Oliván, den una imagen algo más
moderna de lo que la vía realmente es.
La estética travesía (6a) de entrada al Trono
Julio Porta realizó el
último intento a la vía los días 9 y 10 de abril de 1971, los mismos
días que P. Alcay, F. Monzón y J. Ascaso abrían la José Antonio Sanz al
Frechín , produciéndose animadas conversaciones entre las cordadas
mientras ambas vivaqueaban. Posteriormente hubo un intento infructuoso
por parte de J. Vallés, G. Villarig y el propio “Moskito”, siendo
definitivamente el “Flaco” y el “Moskito” quienes lograron abrir la
aérea travesía hacia el Trono, idea que originalmente no estaba en los
planes de Porta pero que ha resultado ser una de las señas de identidad
más auténticas de esta vía.
No fue en esa escalada, sino un
tiempo después cuando los dos aperturistas lograron culminar la vía. En
palabras de Fernando Orús: “En otro
ataque escalaron el largo de encima del Trono, entonces el más difícil
de la vía, porque el Flaco lo hizo de un tirón hasta el nicho, sin el
apoyo actual de los paraboles que tanto sosiego dan hoy en este paso.
Subieron la canal y cuando ya casi habían plegado las cuerdas vieron que
todavía quedaba una gran panza para salir al monte; el Flaco estaba
agotado y fue entonces cuando El Mosquito cogió la punta (no solía ir de
primero) y se marcó este último paso difícil. No en vano, al Mosquito
no había quien le ganara subiendo el muro de la piscina de Riglos, por
aquel entonces una especie de rocódromo al que íbamos en las tardes
ociosas del verano...”. Fue el propio Orús, junto con G. Prado quien logró la segunda ascensión poco después de la apertura integral.
Javier Olivar "Flaco" y Antonio Sánchez "Moskito" durante la apertura
Reseña de la vía:
Segundo largo. Foto L. Aranda
L1:
Comenzar la escalada en la base donde nacen los dos visibles diedros
(el de la izquierda es el inicio de La fiesta…) bajo un puente de roca,
que es el primer seguro de la vía. Desplazarse a la derecha para escalar
el diedro hasta encontrar la reunión. Pulido. V+, 40 metros.
L2:
El diedro es más marcado en este largo. Escalarlo durante 20 metros
para salir hacia la derecha siguiendo las chapas blancas ¡¡Ojo, hacia
arriba nos metemos en la Directa, embarque!! Hacer la corta travesía a
la derecha donde lo pulido alcanza una nueva dimensión y escalar un poco
para encontrar la reunión. Muy pulido. 6a, 25 metros.
L3: Otro
diedro, esta vez más fácil. Al final (20 metros) encontramos la reunión.
En mi opinión es mejor continuar andando por ancha repisa y pasar la
reunión de la Supercrack que nos queda un poco abajo hasta montar la
reunión (no rapelable) de la Zulú Demente, prácticamente en la base del
siguiente diedro. IV, 30 metros (si montamos en la reunión de la Zulú).
L4:
Otro nuevo diedro con un paso que parece que nos quiere complicar la
escalada pero que se resuelve con facilidad y después más fácil hasta la
reunión.V+, 30 metros.
L5: Comenzar la escalada por un muro de
buenas presas y tras él, comenzar la bonita travesía hacia la derecha.
Presas abundantes tanto para las manos como para los pies. Un error
habitual en los que vienen por primera vez es tratar de llegar al Trono
sin ganar altura desde la última chapa; es mucho más fácil subir un poco
hasta entrar prácticamente andando. 6a, 30 metros.
L6: Escalar
vertical hasta un spit y después seguir con tendencia hacia la
izquierda. Paso difícil y entramos en la canal gris (escurrirá agua si
está lloviendo o lo ha hecho hace poco). La reunión está a la izquierda.
6b, 25 metros.
Largo de 6b, salida del Trono
L7: Escalar la canal gris y moverse a la derecha
a escalar el último muro. A partir de aquí la dificultad decrece
significativamente hasta la reunión.
L8: Aunque hay quien este
largo lo hace ya desencordado, la prudencia dicta que no está de más
escalar todavía atado las últimas dificultades. Reunión de rescate. De
aquí andando a la cima.
Descenso andando entre el mallo del Agua y el mallo Colorado o por el camino del Circo de Verano.
Otras opciones de descenso:
Desde el Trono es posible escapar de la vía de dos modos. Por un lado, el escape clásico
consiste en realizar un corto rápel con péndulo a la derecha hasta
llegar a una reunión de parabolts y desde ahí recorrer la cornisa hasta
dar con la canal de salida de la vía Torrijo.
Por otro lado, se puede rapelar desde el Trono hasta el suelo
por un sistema de instalaciones bastante desconocido y que montaron en
los años 80 (hoy con parabolts) J. Arnaudas, F. Gutiérrez, F. Caballé y
A. Antoñanzas. Es una bajada rápida y limpia que con cuerdas dobles de
60 metros permite llegar al suelo en 3 rápeles (55, 30 y 55 metros).
Si
hemos escalado la Mosquitos con cuerda simple de 70 metros también
podemos bajar por aquí ya que hay reuniones intermedias, alguna
bastante incómoda, que permiten rapelar con cuerda simple de esa medida.
En este caso, los rápeles son 5 (25, 30, 30, 25 y 30 metros).
"Impelido por los ramalazos que fustigan
mi recuerdo, quiero volver a recorrer aquellas sendas, pasar frente a
aquellos pinos que os vieron pasar, pisar aquellas rocas que vosotros
pisasteis y contemplar con mis ojos estos paisajes de Riglos que
vuestros ojos tantas veces contemplaron."
Fotograma de "Siempre Unidos". Alberto Rabadá y Ernesto Navarro saludando al objetivo de Miguel Vidal
Estas
emocionadas palabras son las que dedicó Miguel Vidal a sus amigos
Alberto Rabadá y Ernesto Navarro al inicio de la película sobre su
ascensión al Tornillito o Falso Tornillo y que se convirtió en un
póstumo homenaje a la malograda cordada. La película llamada "Siempre
Unidos" fue grabada en 1963 unos meses antes de la partida de ambos hacia el
Eiger y fue editada y publicada en 1964 mezclando imágenes de dicha
escalada con otros fotogramas grabados posteriormente en el mismo lugar
por el propio Vidal para dar sentido recuerdo a sus dos amigos.
El Tornillito. Detrás, el macizo d'os Fils
El Tornillito es una pequeña peña bajo la gran
muralla del macizo d’os Fils que apenas destaca desde la lejanía; es necesario estar prácticamente en su base para apreciar, con sus apenas 20 metros de prominencia, su curiosa
figura. Visto desde la lejanía apenas destaca sobre el
resto de peñas, no tiene ninguna escalada especialmente bonita y todas
sus vías han caído en el olvido, con un equipamiento escaso, corroído y
precario. Sus recorridos, cortos, expuestos y muy laboriosos dejan poco espacio para la escalada de placer. Hace años que no aparece referenciada en ninguna reseña ni
piada y las ascensiones que ha visto en los últimos años han sido
escasas y muy distanciadas en el tiempo.
Inicio del segundo largo de la Vidal
La combinación de estratos duros con otros más fácilmente
erosionables, han dotado a la roca de toda esta zona de una
apariencia escalonada que en las peñas individualizadas, asemeja a
un tornillo. Es por esto, que en el macizo d’os Fils encontramos
dos peñas con el mismo nombre: Tornillo y Tornillito, llamado
antiguamente el Falso Tornillo.
Respecto a la denominación Falso
Tornillo, la guía de Rafael Montaner y Fernando Orús realiza la
siguiente presentación, convertida en un justo manifiesto: “Este
pequeño y estratificado monolito, que surge en una de las más
alejadas laderas de las Fils (sur), hubiese sido más correcto
denominarlo “Tornillito” (…) pues su aspecto de tornillo es
superior al “genuino”, al que hace falta mucho optimismo para
identificarlo como tal cosa. Se sabe que la imaginación de los
escaladores es fértil y pueden ver un tornillo en un amontonamiento
de panzas, cosa que se respeta pero a condición de quitarle a éste
el injusto calificativo de falso”.
Álvaro Lafuente asegurando en la Vidal
Cintero en la suroeste
Según recoge
la guía de Montaner y Orús, parece ser que antes de su primera ascensión
"oficial" ya algunos chavales del pueblo habían conseguido ascender a
su cima por la vía más evidente que se inicia en el collado que lo
separa del macizo, con apenas algún paso de dificultad. Sin embargo, la
escalada de Rabadá y Navarro fue la que tradicionalmente se ha
considerado como la primera ascensión al monolito, debido a que fueron
ellos los que por primera vez emplearon técnicas de escalada propiamente
dichas para hollar su grande y plana cima. Dicha vía no sigue una lógica de navegar por zonas fáciles,
sino que va buscando los pasos más estéticos ya que ésta fue una
vía que podríamos denominar como “de cara a la galería”. Esto
es debido a que Miguel Vidal filmaba desde la pared de enfrente y
ambos escaladores realizaban los acrobáticos pasos mientras eran
filmados. Esta idea también es confirmada por Ángel López
“Cintero” que afirma: “Iban de guapos. Comparas esta escalada
con la del Firé, que iban hechos unos zorros, con las zapatillas de
esparto… y aquí van con el jersey con la insignia de la ENAM, con
las botas embetunadas y hasta parece que tenían la vía preparada.
En la película parece que algunos martillazos que da Rabadá ni
siquiera apunta al clavo”.
Cintero en la cima del Tornillito
La elección de la vía Vidal (nombre con el que
Rabadá y Navarro quisieron reconocer a su amigo) no atendió a criterios
de dificultad ni de conquista. Fue más bien una decisión cinematográfica
y estética la que llevo a Miguel Vidal a recomendar a la cordada que
emprendieran esta escalada. Un promontorio rocoso situado enfrente de la
peña, a la altura de su cima y con la Galliguera sirviendo de fondo de
escenario, hacía de esta escalada un marco inigualable para grabar unas
bonitas imágenes como posteriormente quedaría demostrado. El objetivo de la filmación no era la escalada en sí misma, sino la grabación de las escenas necesarias para editarlas posteriormente en una película en la que Rabadá y Navarro eran dos guías que participaban en un rescate. Dicha idea original quedó truncada con la muerte de los dos escaladores en agosto de 1963.
Reseña original de la suroeste
Tras
la escalada de la vía Vidal hubieron de pasar casi 20 años hasta que
otros escaladores decidieran abrir una nueva vía en esta peña. En este
caso, fueron los escaladores Javier Hurtado y Luis Morente (omito voluntariamente la referencia a Manfred Mosenlechner hasta que sepa exactamente a qué o a quién hace referencia) los que en diciembre de 1980
se atrevieron con la que, en principio, sería la vertiente más estética
del mallo, su cara suroeste. En cuatro largos, bastante breves todos
ellos, estos escaladores alcanzaron la base de la enorme panza (quizás
en este mallo más que panza habría que llamarlas "hilos de rosca") por
donde llegaron a la cima en el mismo acrobático paso que quedó filmado
con Rabadá y Navarro.
Fotograma de "Siempre Unidos". E. Navarro haciendo paso de hombros sobre A. Rabadá en la panza final de la vía Vidal
Reseña original de Donde da más el sol
Poco después, la cordada formada
por Javier Olivar "el Flaco", Toni Oliver y Blas Heredia abren una nueva vía de artificial junto
a la vía Vidal. La Vía por donde da más el sol accede desde el collado
por la cornisa de la cara oeste y tras escalar un corto diedro llega a
una curiosa reunión montada con un par de buriles unidos por una
argolla. Desde ahí, en un largo de artificial continuo sobre buriles, se
alcanza la cima.