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Lo primero, la montaña

El Salto de Roldán: más leyendas

Hace ya unos meses que dejé al pobre Roldán a mitad de salto entre las peñas de Amán y San Miguel y la verdad es que ya es hora de que el pobre aterrice en ese brinco que ha dado en su huída de los moros.

En el artículo sobre la Peña de Amán la verdad es que no incidí demasiado en los detalles. Charly dejó un comentario sobre la vía Imperio Salvaje que abrió Josema Jarrín en noviembre de 1993 y hasta hace unas semanas no pude completar la información que él añadió.

Sin embargo, aunque de Roldán tengo mucho que contar, hoy me voy a centrar en las leyendas de las peñas que forman el salto. A diferencia de otros lugares de Aragón donde salto siempre significa "cascada" (Pich, Carpín, Sallent, Pozo del Salto, el Saldo d'Escarra...) en este caso "salto" hace exclusivamente referencia a la primera acepción del diccionario de la RAE, explicación ya dada en el artículo al que hacía referencia.

El caso es que estas peñas esconden alguna curiosa leyenda. Una de ellas, no es tanto leyenda como la manifestación de una imaginación portentosa -bastante habitual en esta zona, por otra parte, como demostraré en un futuro artículo-. Llegando a Huesca desde la carretera de Barbastro, podemos observar al gigante dormido. Una mole de roca que se estira entre la peña de Amán y el picón del Mediodía, se asemeja a un gigante yacente sobre la plana de Huesca con las manos cruzadas en el pecho. Según la foto que publicó Rafa Moreno, las manos para él son la boca, pero en cuestión de imaginación para qué vamos a discutir. Quién sabe si este gigante dormido es el "home grandizo" que andaba siempre con un oso y que hay gente que lo sitúa en la cercana Bal d'Onsera o se trata del Gigante Fotronero que se esconde esperando la bajada de los rapatanes en la cueva de San Climén en Arguis.

No sólo los gigantes moran esta zona. Los malos espíritus se dejaban caer por los alrededores después de las tormentas, dejando las huellas de sus pezuñas en los senderos. Esto nos lo comenta Lucien Briet en los testimonios que recogió en uno de sus viajes por la zona. Uno de los espíritus más conocidos recibía el nombre de Patetas y si sus huellas eran recientes, incluso se veía salir humo de sus pisadas. Edito: Cheba en los comentarios me puntualiza que Patetas no es un espíritu malo, sino que es uno de los nombres del Maligno. Así lo encuentro en internet también.

También las brujas tuvieron su protagonismo; estas hechiceras de los alrededores tenían costumbre de juntarse el día de la Pascua de Resurrección en la Peña de San Miguel para preparar sus fechorías, lo que causó durante una época bastante revuelo en la redolada y llevó a la persecución de varias de ellas y su bautismo obligatorio. En Belsué, Lúsera, Puibolea y otras poblaciones eran bastante conocidas sus historias, siendo recordadas durante mucho tiempo incluso por su nombre. Desconozco si, aparte del bautismo obligatorio, aconteció también algún ajusticiamiento que derivara en pena capital. Lo que es conocido es que una bruja -de nombre Isabel- murió despeñada en este lugar mientras recogía hierbas para sus hechizos.

Fuera de lo que es la leyenda, la Peña de San Miguel aloja los restos de una ermita románica de la que da buena explicación A. García Omedes en su página sobre el Románico Aragonés.

Para llegar a la cima de esta peña es necesario, al igual que en la peña de Amán terminar trepando unas clavijas. En este caso, las clásicas clavijas se ha terminado transformando recientemente en una desmesurada ferrata. Quien quiera rodear esta peña por las vertiginosas paredes, puede hacerlo también caminando por la colgada repisa que más de un apuro nos hizo pasar a mi amigo César y a mí con 18 añicos recién cumplidos. Aquel día nos dimos la vuelta porque no veíamos claro dónde iba a terminar eso, pero volví hace unos meses y vi que, a pesar de la impresión que provoca la altura, no es para tanto y se puede dar la vuelta entera cómodamente si no se padece vértigo.

En esta repisa terminaron una arriesgada escalada Jesús Vallés y Jesús Bernal de la que, por ahora, no tengo más datos que los que uno de los aperturistas me ha comentado y que copio aquí:
Hace como mil años abrimos una vía en la cara sur de la peña San Miguel, más que nada por no acabar de subir la cuesta, ya que bajamos al río como los jabalines y dimos la vuelta a la peña; subimos montando reuniones medio a pelo y con puntas de clavo y otros inventos para superar un sinfín de panzas. No sabría decirte por dónde va, ni siquiera las características de la tapia, lo único que recuerdo es que nos jugamos el tipo malamente y salimos a la cornisa que recorre la parte alta de puñetero milagro . Probablemente mi compañero de aquella aventura, Jesús Vallés,tendrá mejor memoria que yo y podrá aportar algún dato.
Jesús Bernal.

Y como iba diciendo al principio de este brainstorming que me ha salido sobre el salto que dio Roldán -o Rolando o Roland-, al final el caballero aterrizó sano y salvo y prosiguió su huída hacia Francia... que otro día contaré.

Alberto Martínez-Embid tiene blog

Últimamente no encuentro tiempo para actualizar este invento, de manera que no puedo insertar artículos con la periodicidad que me gustaría.

No obstante, con mi característica tardanza en encontrar las cosas interesantes por internet, hoy me he dado de bruces con un blog impresionante de alguien más impresionante aún. Hablo del weblog de Alberto Martínez-Embid en Desnivel.

Por ahora, los artículos que lleva escritos son:
El aullido del hombre-lobo
Los piolets asesinos
El más chulo de Gaube
La ley del gabacho

El autor es un viejo conocido que no dejo de admirar. Tiene un curriculum impresionante y una cantidad de datos en la cabeza que llega a asustar. Está escribiendo el blog que me gustaría hacer a mí si tuviera capacidad para ello.

Os dejo el enlace: http://albertomartinez.desnivel.com/blogs/

Toponimia de Riglos: las puntas del Firé


No había pensado yo, cuando empecé a escribir sobre la historia de los mallos, que estas batallitas de abuelo iban a interesar a gente que no había estado por Riglos. Realmente creía que ni siquiera a los habituales les iban a interesar, pero bueno, aquí seguimos tecleando.

La razón de este post es que, aunque al blog no le voy haciendo demasiada publicidad, lo cierto es que se va dejando caer gente que me conoce y con la sinceridad que da la confianza, me van sacando fallos al invento, que por otra parte es de lo que se trata. No me sirve de nada publicar estas cosas si luego resulta que nadie me va a corregir los errores que aquí aparecen. Uno de éstos que se deja caer me hizo caer en la cuenta de un fallo del que no me había dado cuenta. Resulta que llevo 9 meses hablando de tal escalador, de tal vía, de tal mallo... y hay gente que no sabe cuál es cada mallo porque no ha venido nunca a escalar aquí.

Pues vamos a enmendar la omisión. Éste, que en buena lógica tenía que haber sido el primer post del blog, lo publico ahora. No hay demasiado que contar, así que vamos a aprovecharnos de aquello de que una imagen vale más que mil palabras y voy a publicar las fotos comentadas.

Otro día con más tiempo y más ganas ya iré completando alguna cosa curiosa sobre los nombres.

El Firé: Llamado antiguamente Mallo de las Diez por saber el pueblo que era esa hora al ver su sombra en un punto concreto, según cuenta Felipe Guinda en su guía de Riglos. Sus 5 puntas son -de más cercanas a más alejadas del espolón- No importa, Mateo, Buzón, Mallafré y Montolar. A éstas se le añaden otras secundarias, la punta Este y el Dedo.

La primera punta en ser conquistada fue la modesta Punta Buzón, -las fuentes consultadas difieren bastante con la fecha, entre 1929 y 1935- por el pirineista más puntero del momento: Jean Arlaud acompañado de Piero Ghiglione.

Trece años tardarían -dando por buena la fecha de 1929- los escaladores en conquistar la siguiente de las puntas (17 de agosto de 1942), en este caso el honor de la conquista correspondería a Ernest Mallafré, Francisco Blasi y Juan Bou y conseguirían la punta más alta del Firé a la que se dio el nombre de Punta de los Catalanes, pero tras la muerte de Mallafré sepultado por un alud el último día de 1946, se decidió cambiar el nombre a Punta Mallafré.

El turno de los aragoneses llegaría poco después conquistando la Punta Mateo. En este caso, también las fuentes difieren tanto con los autores como con la fecha; según algunas publicaciones encontramos a Ángel Serón y Ángel Mateo como conquistadores en 1944, pero según otras fuentes los aperturistas son Mateo Ruiz y L. Lafuente el 1 de junio de 1946.

Dando por buena esta última fecha, 4 semanas después la Punta No Importa es conquistada rapelando desde la recien hollada Punta Mateo. De esta punta y su nombre falangista ya hablé en su día. Los autores fueron Serón, Millán y Martí (Chichín). La última cumbre por ser conquistada fue la Punta Montolar -el nombre de otra Centuria del Frente de Juventudes- por Serón, Millán y Fau el 14 de octubre también de 1946.


Las llamadas puntas orientales también han tenido bamboleos toponímicos debido a la falta de información por las primeras ascensiones, ya que alguna vez ocurrió que hubo cordadas que llegaron a sus cimas sin saber que éstas ya habían sido previamente ascendidas y bautizadas. De esta manera, la Punta Este en 1956 se registra con el mismo nombre por el que se conocía a la Mallafré antes de la muerte de éste, es decir "punta de los catalanes". Para terminar de marear al lector, puedo añadir que en algún lugar también se puede encontrar que esta punta se llama Punta Sally (o Sali) por ser el nombre de la vía que la sube.

Parecido sucede con el Dedo del Fire, que en el mismo año de 1956, el nombre por el que se la conocía era el de Punta Piriqui.
En próximas entregas, seguiré con el resto de mallos.

Aquí podéis acceder a reseña de la Travesía de las 5 puntas realizada por Manu Suárez.

La foto aérea general, no recuerdo de quién me la paso. Lamentablemente, desconozco el autor.

El Pisón (Riglos) - Maneras de bajarlo

Primero el pasado... la muerte de Manuel Bescós en el rápel volado del Pisón


En una de esas relecturas que le doy a la primera guía de Riglos -la que publicaron en el 84 Montaner y Orús-, descubrí con cierto asombro algo que creía que podía haber existido pero de lo que nunca tuve ni la menor prueba. Me llamaba la atención, que existiendo placas para Carilla y Cored e incluso otra lápida para cambiarle el nombre a un mallo, no existiera en tiempos una placa dedicada a Manuel Bescós aparte de la conjunta que la que hay en la curva de la carretera junto al monumento a Rabadá y Navarro.


Pues bien, documentándome para escribir un artículo sobre otro tema me encontré con una descripción que tuve que releer. Hablaba de la Vía de bajada del Pisón que abrieron Ursi Abajo y Gregorio Villarig en 1965 y dice: "A la derecha de la placa a Manolo Bescós, subir una canaleta lisa y fácil...". Habré estado en ese lugar un buen montón de veces y no tenía ni idea de que existiera una placa o restos de placa en ese sitio donde murió despeñado Manuel Bescós, así que volví para echar un vistazo en detalle, pero nada de nada. De la placa no quedan ni los tornillos.


Sobre la muerte de Manuel Bescós ya se sabe que ocurrió; murió de accidente de escalada a los pocos días de conquistar el Puro en el rápel volado del Pisón. Aunque la prensa de la época ofrece datos erróneos e imprecisos, el accidente se explica exactamente en el Boletín de Montañeros de Aragón:


"El 25 de julio (de 1953) aparece otra vez en Riglos Manuel Bescós; esta vez lo acompañan su hermano José Antonio y Ángel López (Cintero). Por la tarde empiezan la directa del Pisón alcanzando el collado donde vivaquean. Al día siguiente, acaban la escalada y después de permanecer un rato en la cima emprenden el descenso. Todo va bien hasta el penúltimo rápel -a unos 60 metros del suelo- en el que falla la clavija que sujeta las cuerdas y Manuel Bescós se precipita en el vacío ante el horror de sus compañeros. Son requeridos socorros para los supervivientes, pero no son necesarios. Éstos, obrando con serenidad admirable, se preparan para el descenso con los medios que cuentan."


La descripción del accidente que hacía don Justo y que fue transcrita por Francesc Guillamón en el número 16 de Cuadernos Técnicos es, cuando menos, escabrosa: "Estábamos mi hija y yo cuando Manolo hacía el último rápel del Pisón, se le rompió el pitón que aseguraba las cuerdas, abrió los brazos como un Santo Cristo y chilló "¡Ay, madre!" y cayó delante nuestro, quedando el traje blanco de primera comunión de mi hija rojo de sangre".

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Y ahora el presente... el descenso del Pisón

A raíz de un mensaje que inicié en el Madteam sobre el descenso del Pisón, me surgió la duda de cómo era el descenso de verano de este mallo. Las pocas referencias que tenía no eran halagüeñas –caída de piedras, enganchones de cuerdas, reuniones poco evidentes…- y además, la noticia de la muerte de un escalador en este descenso puso el punto final a las pocas ganas que tenía de descender por este sitio.


El mismo día de la apertura de la Endrija (o chimenea) de la Gripe, José Antonio Bescós (hermano del fallecido Manuel) Montaner y Virgili, deciden probar suerte y buscar un nuevo descenso. En palabras del propio Rafael Montaner: "buscábamos una ruta de descenso por la vertiente Norte más fácil que la habitual, pero sólo conseguimos encontrar una igual de mala".


Sin embargo, el mensaje al que hacía referencia volvió a animarme y por fin me lancé a la aventura. Las conclusiones que saqué son que las dificultades tampoco eran para tanto, pero no me ha terminado de convencer. Las únicas ventajas que le veo a este descenso por el circo de Verano son el poder evitarte las colas en el descenso normal y ser relativamente más cómodo porque no tienes que destrepar nada ya que todos los rápeles son encadenados. Por el contrario, las reuniones son colgadas (con lo que eso representa para los riñones), no demasiado amplias y los rápeles no son característicos por su elegancia, ya que tienes que pelear continuamente por soltar la cuerda de la selva de bojes que ocupa el descenso. En definitiva, sólo lo recomendaría para cordadas de dos que quieran evitar los atascos de la bajada normal o en caso de calor excesivo.


Otro punto muy importante es la necesidad de ir con cuerdas dobles de 60 metros. Aunque se pueden montar reuniones intermedias en los abundantes arbustos que encontramos en el descenso, si somos de los que nos fiamos más de los paraboles que de los matojos deberemos llevar las cuerdas adecuadas. La longitud de los rápeles sobrepasa los 50 metros en todos y cada uno de ellos.


Si hemos escalado con cuerda simple deberemos bajar por el descenso normal. Aunque es posible realizar los rápeles con cuerda de 60 metros, esta opción no es nada recomendable porque nos obliga a montar la reunión que se encuentra unos pocos metros más abajo del gran rápel volado, siendo una alternativa bastante técnica para alcanzar la cadena y muy incómoda para hacer las maniobras por estar suspendida sobre el vacío. Con cuerda simple de 70 metros sí que se llega, pero en el volado hay que estar absolutamente seguro de que nuestra cuerda mide lo mismo que cuando nos la compramos. La cuerda se nos soltará sola del descensor en el mismo momento en el que toquemos la repisa del último rápel -el rápel mide 36m.-, así que cuidado si vamos más escasos de cuerda.


Existe otra manera más impresionante y laboriosa de descender, aunque tengo que reconocer que esta última forma sólo la conozco por referencias como es bajar por la Serón-Millán. Con cuerdas de 60 metros en 3 rápeles llegamos debajo de la chimenea, donde desaparecen las reuniones con paraboles del 14 y grandes argollas para continuar con las “pes” expansivas y otras reliquias, que en tres tiradas más nos depositan en el suelo.

Aunque hay muchas otras alternativas -por los Volaos, por ejemplo- éstas y remontar la canal del Clavijón son las que se han utilizado tradicionalmente. Al igual que en la Visera, existe otra manera diferente de bajar: Grabado por Ignacio Cinto y con los comentarios de Toño Carasol, el famoso vídeo "¡qué cojonera, macho!":




Si no se os ve el vídeo, el enlace es éste.

Normal a la Peña Sola (Mallos de Agüero)


En la primera escalada de la Peña Sola de los Mallos de Agüero, al contrario que sucedería unos años más tarde en la conquista del Puro, la iniciativa corrió por parte de la cordada catalana y ante su retirada, la cordada aragonesa pidió permiso para retomar la empresa de los barceloneses. Éstos, gentilmente cedieron el honor de la apertura y todo transcurrió dentro de los cauces de la absoluta corrección y el respeto.

Es muy gracioso leer el relato que, como protagonista de esa escalada, hizo Agustín Faus en su libro Montañas injustas En 1946 la vida debía de ser bastante rutinaria por esos pueblos, de manera que ver a tres jóvenes que intentaran una actividad tan inútil e improductiva como subir a la Peña Sola debía de ser cuanto menos, llamativo. Así que el pueblo entero se arremolinaba en la base de la Peña Sola a admirar el espectáculo. El inconveniente de esta ruta –que más tarde pasaría a conocerse como la Normal- era -y sigue siendo- que el paso más difícil de la vía es el de salir del suelo, de manera que la vía daba para pocas heroicidades. A cada intentona de progresar hacia arriba, el primero de turno caía ante la carcajada general del pueblo que exclamaba entre sorprendido y entusiasmado: “¡¡hala, qué goltera!!”.

Los catalanes tuvieron que retirarse sin completar siquiera el primer largo, de manera que la primera de la Peña Sola quedaba pospuesta hasta mejor oportunidad. Esta oportunidad la aprovecharon Serón, Millán y Laguéns para conseguir la ansiada cima. Previamente, como he comentado antes, los aragoneses mandaron una carta a los catalanes. Agustín Faus lo explica así: "Ángel (Serón) había tenido la delicadeza de escribir una carta a la cordada barcelonesa comunicándoles su deseo de intentar vencer la Peña Sola... si a los catalanes no les molestaba cederles su primacía.


¡Claro está que no les molestaba! La Peña Sola estaba libre. Los catalanes contestaron agradeciendo la gentileza de Ángel y deseándoles mucha suerte en su intento".

Finalmente se consiguió el 12-13 de abril de 1947 con un vivac en la plataforma de la gran sabina. A la conquista también estaba convocado José María Naya, quien llevaba la comida y el agua, pero ante su retirada no les quedó más remedio que tomar lo único que llevaban encima: una botella de champán. Tras 28 horas de esfuerzo sin apenas comer ni beber, el champán les sienta como un tiro pero aún así bajan enteros hasta el suelo donde después de amorrarse a la fuente son invitados a una cena por el Ayuntamiento de Agüero.

Pasan 6 años sin que ninguna cordada pueda intentar la primera repetición de la Peña Sola. No sólo lo impide la dificultad de la vía, sino también las prohibiciones. Un par de meses después de la ascensión Mariano Cored fallece en el intento del Puro (primera prohibición de escalar) y a este accidente hay que sumar el de Víctor Carilla en 1950 (segunda prohibición) que hace arriesgado infringir la ley en esta zona.

En marzo de 1953 la cordada formada por Manuel Bescós, Alberto Rabadá y Ángel López "Cintero" (los mismos que cuatro meses más tarde se harán con la primera del Puro) conseguirán la primera repetición. José Antonio Bescós y Dionisio Tomás les apoyan y esperan desde abajo. Realizan la ascensión exactamente igual que sus maestros, incluido el vivac en la amplia repisa de la sabina (actual tercer largo de la vía).


Tres años y medio pasarían hasta conseguirse la tercera realización, siendo esta vez Montaner, Díaz y Bescós los encargados de metérsela en el bolsillo. Para ello, Pepe Díaz y José Antonio Bescós llegaron al pueblo en moto y es Rafael Montaner el que tiene que realizar la aproximación más dura, andando con su material desde la estación de Ayerbe hasta Agüero. Esta cordada írá más rápida que las dos anteriores, pero aún así también incluirán un vivac junto a una sabina en su ascensión; en este caso será en la sabina de cima. Quien haya ascendido a la Peña Sola se preguntará qué sabina es ésa, ya que actualmente no existe ninguna sabina en la cima. El motivo es que esta misma cordada la utilizó como combustible en la improvisada hoguera que montaron esperando el amanecer para iniciar el descenso.

La escalada hoy
Sobre la escalada poco puedo decir. Existe bastante información detallada en la red, así que nada más puedo añadir.

Simplemente hay que tener en cuenta que la dificultad es decreciente; los pasos más difíciles están en el primer largo, con la salida de paso de hombros (o estribos) y un paso difícil obligado si no llevamos un friend para proteger. En todo caso, la vía está muy protegida y es una estupenda iniciación a la escalada clásica.

Tras el reciente reequipamiento de la vía Torrijos -en la cara de la Peña que da al pueblo- es más recomendable rapelar por esta vía, donde nos garantizaremos un descenso más limpio y directo que por los rápeles clásicos de la vía normal.


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