Aviso a escaladores fanáticos: en esta entrada NO se habla de montaña.
Alfonso I el Batallador es conocido por la conquista para el reino de Aragón, entre otras muchas localidades, de la ciudad de Zaragoza. Como homenaje de esta ciudad se le dedicó una enorme escultura de 7 metros en mármol de Carrara en un sitio vistoso y emblemático de la ciudad, el Cabezo Buenavista.
Aparte de batallador -como su sobrenombre indica- y de gran conquistador, era un ejemplo de misoginia. La frase atribuida a él de "un verdadero soldado debe de vivir con hombres y no con mujeres" debemos añadir otra de su esposa, Urraca de Castilla, que se lamentaba de su trato hacia ella con estas palabras: "no sólo me había injuriado continuamente con groseras palabras, sino que muchas veces ha llenado de confusión mis mejillas con sus inmundas manos y hasta ha llegado a herirme con los pies". Si hubiera vivido hoy en día, el rey Alfonso estaría en la cárcel o sería el protagonista de un programa de los que echan en la tele por la tarde. Sin embargo, para una mujer -su cuñada- sí que tuvo un pequeño detalle que dio a la historia la creación de un reino anecdótico.
El Batallador llegó al reino por una concatenación de heredades. Si todo hubiera sucedido según los cauces establecidos, su padre -Sancho I- dejaría el reino a Pedro I y éste a su primogénito Pedro, que estaba casado con la hija del Cid, María. Además, del segundo matrimonio de Pedro I Alfonso tenía un hermano mayor, Fernando, con lo cual era el cuarto en la línea sucesoria. Pues bueno, excepto Pedro I que sí que reinó, todos por delante palmaron, así que Alfonso, que no había sido educado para rey, se vio de repente al mando de uno de los florecientes reinos cristianos de la península.
Alfonso tuvo unas cuantas decisiones a lo largo de su vida que no se entienden en un contexto de cordura. La principal de ellas es dejar como herederos del reino a las órdenes militares -templarios y hospitalarios- con todos los problemas que eso generó, pero también tuvo otra decisión que se ha tomado como ejemplo de idealismo o romanticismo: el Reino de los Mallos.
El nombre es ficticio. No aparece en documentación ningún nombre parecido, aunque sí que existió ese pequeño reino en el que una italiana llamada Berta (segunda mujer del hermanastro del rey Alfonso, Pedro I) reinó con permiso de Alfonso. Ese pequeño reino englobaba Agüero, Murillo, Riglos, Ayerbe, Marcuello... y no tuvo ninguna trascendencia histórica más que la de su propia "peculiaridad", la de ser un reino consentido dentro de otro reino.
La vida del reino apenas duro unos pocos años, ya que Pedro I murió en 1104 y de Berta se deja de saber en 1111, ignorándose qué fue de ella; quizás volvió a Italia, quizás se quedó en la corte... el caso es que aprovechando esta historia, se ha creado una especie de unión de pueblos que, aparte de los que formaban el antiguo reino han añadido otros como Loarre, Santolaria o La Sotonera. Actualmente, se nos ha hecho bastante común la denominación de Reino de los Mallos, viéndose en publicaciones, mapas, carteles turísticos... que demuestran lo acertado de esa elección como nombre identificador de la zona.
ja,ja, ja, está claro que este blog es para escaladores y no para historiadores. Es el primer comentario que te hago en varios días!!!!!!.
ResponderEliminarQue sepas que a mi si que me ha gustado.
A plantar
Jajajja... ya te digo, el día que empiece a hablar de dendrocronología como datación más fiable para la edad Moderna en Teruel se me cae el blog de las visitas. :-D
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